sábado, 20 de julio de 2013

Mi matrimonio. El principio del fin.

Durante el puente del 01 de Mayo del 2001, nos fuimos a Torrevieja con mis suegros.

Estando allí, el amigo “paradito” del vallecano, nos habló que él estaba con Movistar (igual que nosotros), y que hacía un tiempo Movistar había hecho un chat por el móvil para hablar con otras personas. Nosotros no lo conocíamos, pero a raíz de habérnoslo comentado el amigo, pues empezamos a entrar, pero en plan chorra.

Ya de vuelta a Madrid, y con el tema del chat, al principio bastante bien. Nos comentábamos qué habíamos hecho, con quién habíamos hablado, de qué…, sin tapujos ni mentiras (por lo menos por mi parte), y como eran conversaciones inocentes, pues ambos estábamos tranquilos.

Yo de aquella, estaba casi al final del curso de Gestión Inmobiliaria, y una de las tardes que el vallecano no trabajaba, porque le había tocado de mañana, mientras yo me iba a las clases, él se quedaba en casa haciendo cositas, e imagino, que chateando.

Como yo sabía el nick que usaba (cherokee, apache, comanche…, no recuerdo bien cuál era, pero sí recuerdo que era el nombre de una tribu india), pues cuando ya llegué a la academia, después de aparcar, pues me metí en el chat pero con otro nombre distinto al que normalmente usaba, y contacté con el vallecano, haciéndome pasar por otra persona, y describiéndome de una forma distinta a cómo era.

Se supone que la chica del chat con la que había empezado a hablar (es decir, yo), era rubia, alta, delgada, con ojos azules, y sin novio… Pues así, hablando, hablando, el vallecano empezó a tontear, y le propuso a dicha chica, que como su mujer no se encontraba en casa, y no llegaba hasta las 22:30 o 23:00 horas, pues que podía irse la chica a nuestra casa a tomar algo, y conocerse un poquito mejor, y si pasaba algo…, pues bueno, eso que se llevarían ambos.

¡¡¡Qué hijo de puta malvado!!!

La “supuesta” chica, le dijo que no podía ir, porque estaba de canguro, cuidando de su sobrina, pero que bueno, que si volvían a coincidir otro día por el chat, y se daban iguales circunstancias, pero sin ella tener que ejercer de canguro…, pues que podría ser lo de quedar.

Estuve el resto de las clases…, que no me enteraba absolutamente de nada. Resulta que una de las clases el profesor no pudo venir, entonces nos fuimos mis compis y yo a tomar algo a un bar cercano.

Había dos chicas con las que me llevaba muy bien (bueno, me llevaba bien con toda la clase, pero con esas chicas, era con las que más migas hice), y me notaron que me pasaba algo. Me preguntaron qué me pasaba, que se me veía muy triste, y les enseñé el móvil. Se quedaron… alucinando. “¡¡¡Pero qué cabrón mala persona!!!. ¿Qué piensas hacer Gema?”. “Pues no sé, imagino que tendré que hablar con él, ¿no?”. “Pero entonces sabrá la trampa qué le has tendido”. “Ya, pero…, no sé. Ya veré que hago”

Así pasaron unos días, en los que yo intentaba disimular, sin decirle nada, pero muriéndome por dentro, y sabiendo a ciencia cierta, que al vallecano le daba igual engañarme que no, siempre que yo no me enterase.

Finalmente, parece que conoció a una chica por el chat con la que hizo muy buenas migas. Era de Sevilla, y por lo visto, la sevillana tenía problemas con su madre, de hecho, la chica llamaba a su madre “La teniente O’Neill”. Yo no tenía ningún problema en que hablase con la sevillana, además, viviendo en Sevilla, veía factible que fuese una amiga, y no se llegase a convertir en nada más, porque a fin de cuentas, Sevilla de Madrid, no está precisamente a la vuelta de la esquina.

Como yo veía que poco a poco nuestra relación se iba deteriorando, que cada vez el vallecano se comunicaba menos conmigo, y más por el chat, o por llamadas de teléfono con la sevillana, y que entre nosotros, especialmente por su parte, empezaba a haber “rifi rafes” (por ejemplo, un día discutimos no recuerdo porqué motivo, y me levantó la mano, y yo me encaré con él, y le dije que si tenía huevos se atrevía que me pegase, que sería la primera y la última vez…, al final acabó bajando la mano muy lentamente, como si fuese a cámara lenta, cogió la puerta y se fue); pues yo una noche estuve hablando con él, y le dije que creía que teníamos que hablar porque claro, veía que llevábamos un tiempo mal, y cada vez peor, y que no quería seguir así, que por lo tanto, creía que era mejor hablar, porque si no, iba a ser como una bola de nieve, que cuanto más se deja pasar más grande se hace y cuando se estrella causa grandes destrozos, y yo no quería que eso nos sucediese, a lo que me contestó: “Mira Gema, cariño, es que… yo te quiero como a una amiga, o a una hermana…, pero NO como a mi mujer”

Me hundió completamente. No conseguí articular ni una sóla palabra. Estuve toda la noche dando vueltas, mientras el vallecano dormía como un bendito, y a la mañana siguiente, seguía hecha polvo, sin ilusión, ni alegría, y sintiéndome fatal.

Al mediodía, poco antes de que el vallecano se fuese a trabajar, me llamó R.C., como desde que habíamos vuelto a tomar contacto había hecho bastante frecuentemente (también habíamos quedado a tomar algo algún que otro día en un bar o en mi casa, o para enseñarme la moto que tenía – una Drag Star-), y según me oyó hablar…

“Hola Gema, ¿qué tal?”, “Bien, ¿y tú?”… “Gema, ¿qué te pasa?”, “Nada, de verdad, estoy bien”, “Y una mierda leche estás bien. ¿Qué te pasa?”, “Nada de verdad”. “¿Está el vallecano en casa?”, “Sí, está a punto de irse”. “Está bien. Voy para allá”. “No, no hace fal…” PI-PI-PI… Ya había colgado.

Poco después de irse el vallecano, llegó R.C. a casa, le dí una cerveza (para mí, Coca-Cola, no quería volver a ponerme “piripi”), nos sentamos en el sofá, y empezamos a hablar.

Le dije todo lo que había pasado, lo del chat, lo de hacerme pasar por rubia y el vallecano pretender quedar, lo de la sevillana, lo de levantarme la mano…, y finalmente lo que me había dicho la noche anterior. Según le iba contando, R.C. cada vez se iba enfadando más y más, a la vez que intentaba darme ánimos, y ponía a caldo al vallecano. Al final, acabó abrazándome, cuando ya me puse a llorar hecha un mar de lágrimas, y… no sé qué pasó, pero cuando nos quisimos dar cuenta, nos estábamos besando.


Nos echamos para atrás, nos miramos, se levantó, me dio un beso en la frente, y se fue.


Como un par de horas más tarde, R.C. me llamó desde el trabajo, para ver qué tal estaba, a lo que le dije, que seguía mal, pero que estaba un poco mejor después de haber hablado con él. Entonces me dijo: “Gema…, no sé qué pasó antes en tu casa. Si te ha molestado, lo siento, pero…, no sé cómo ha pasado. De todas formas no me arrepiento, pero quería que supieras que no fui a tu casa con la idea de acabar besándote, no fue intencionado”. “Lo sé R.C., yo tampoco sé qué ha pasado; pero de todos modos, se me ha hecho muy extraño. Hace años, cuando nos pudimos enrollar, tú no quisiste, y ahora… ¿ya no te doy asco?”. “Gema, ¡¿pero qué demonios dices de darme asco?!, tú NUNCA me has dado asco”. “Pues eso no fue lo que le dijiste a Mª, después del NO rollo”. “Yo jamás le he dicho a Mª eso, si me dieses asco, no habría querido enrollarme contigo en su día, pero tú no te decidías”. “Lógico que no me decidiera ni me lanzara, como otras chicas con las que anteriormente te hubieses liado. Para mí, habría sido mi primer beso”. “No me jodas fastidies…, entonces, ahora entiendo que M., y tus otras amigas estuviesen tan enfadadas conmigo, y que M. se enfrentara a mi cuando yo quise hablar contigo, y M. no quería dejarme; pero Gema, te juro que yo nunca le dije a Mª que tú me dabas asco, y si no te lo crees, llama a Mª para quedar mañana, y que me lo diga a la cara, a ver si se atreve. Por favor, Gema, llama a Mª, para aclarar esto, porque ahora que me lo has dicho, no quiero dejarlo correr, y quiero aclararlo… Gema, por favor, te lo juro, tú nunca me has dado asco, jamás”. “Vale, tranquilo, te creo”, “Gema, de verdad, por favor, llama a Mª…, ahora entiendo también cuando meses más tarde te quise besar, y sólo con la mirada que me echaste un poco más y salgo corriendo del acojone miedo que sentí con tu mirada, y que cuando fuiste a vivir al lado de J.C., por más indirectas que te echaba, y no tan indirectas, nunca quisieras estar conmigo…, ¡¡¡maldita Mª!!!”

2 comentarios:

  1. Jooooderrrrrrr....

    tia, me tienes enganchaica a tu historia!

    Como diría mi amiga: "lasijadeperra" de tu amiga (por llamarla algo..) .

    que fueerrrteeeeeeeeeeeeeeeeee

    ME indignao.

    Espero uqe actualices prontito guapa. Porque esto es una agonia ...ahora a esperar a que otro día te actualices ejejejeje

    Siento mucho que tu marido te hiciera pasar por ahi. Lo sienot muchísimo, debe ser..durísimo. Se debe romper algo por dentro...que miedo. Se recupera una, gema? Se puede volver a ser feliz¿?

    Nosotros llevamos poco de casados (4 años) pero temo tanto que un día me diga eso... Se que me quiere con locura, pero tambien soy consciente de que en el mundo en que vivimos, eso está a la orden del día, y da tanto miedo....

    Te sigo leyendo. Un besazo!!

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    1. Sí Alba, una se recupera; cuesta pero se recupera.

      Y sí, también se vuelve a ser feliz... muy feliz.

      Un besito guapa.

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