viernes, 24 de mayo de 2013

Reconciliación con el vallecano

Está visto, que no hay nada como dejar a alguien sin darle mayor importancia (aunque por dentro sientas que te mueres), para que ese alguien empiece a ir detrás de ti como alma en pena, y no te deje tranquila ni a sol, ni a sombra.

Desde el día en que dejé al vallecano para que pudiera irse con T., si así lo quería, sucedió todo lo contrario. Semana que trabajaba de mañana, y tenía la tarde libre, todos los santísimos días de esa semana venía al instituto a recogerme. Como habíamos quedado como amigos, pues yo no tenía ningún problema en que viniera, y además, de vez en cuando, aprovechaba para echarle alguna que otra puya del estilo... "Antes no venías tan a menudo, y eso que era tu novia", o bien... "¿Hoy no quedas con T.?, ¿y eso?". Muy sarcástica yo, no lo niego. 

Los fines de semana, algunos se venía con mis amigos y conmigo, mientras que otros, yo le decía que quería mi espacio, que no me agobiara, que ese fin de semana, si no le importaba, prefería estar sola con mis amigos... "vamos, que no quiero que vengas". El pobre se desesperaba. (No haberme fallado).

Al final, un fin de semana, el vallecano quedó con mi prima Y. para hablar con ella, porque por lo visto ya no podía más, se encontraba fatal, y no sabía qué hacer para que le perdonase y volviera con él; y mi prima Y., la muy cabrita, me hizo una encerrona llamándome para que fuese a su casa que quería hablar conmigo. Cuando llegué a su casa, obviamente estaba allí el vallecano, aunque yo no lo sabía hasta que llegué, y nos juntó, y nos dijo... "Ahora os quedáis en el salón, habláis todo lo que tengáis que hablar, y mientras yo me voy a la salita. Ni se os ocurra salir de aquí sin haber solucionado lo vuestro en un sentido o en otro", y nos dejó solos en el salón.

Al principio, yo me cogí un rebote de tres pares de cojones narices; pero bueno, entendí que la cosa no podía tampoco seguir así, con el vallecano cada dos por tres detrás mía como un perrito faldero, que prácticamente no me dejaba ni a sol ni a sombra.

Estuvimos hablando, y el vallecano me dijo que me quería, que me echaba muchísimo de menos, que (como dice el refrán) no sabía lo que tenía hasta que me perdió. Que por favor le perdonase, que no iba a volver a ocurrir, que no entendía la vida sin mi... etc, etc, etc.

Yo, no voy a mentir, me hice de rogar un poco. Me encantaba verle así, después de lo mal que yo lo había pasado, aunque por fuera delante de él lo sabía disimular muy bien. Me gustó verle arrastrarse suplicando mi perdón, y diciéndome lo arrepentido que estaba. 


Pero ya cuando se arrodilló, ya no pude más, me puse a reír y a llorar a la vez, y le dije que sí, que le perdonaba, que yo también le quería, y que reconocía que lo había pasado muy mal, aunque lo hubiese disimulado; pero que le ponía una condición. Quedaba terminantemente prohibido volver a verse, ni tan siquiera hablar con T.

Puede que os pareciera un poco dura con lo de prohibirle ver y hablar con T., pero durante ese tiempo que no estuvimos juntos, estuve recordando muchas cosas; como por ejemplo que anteriormente, T. ya estuvo una vez hablando conmigo porque le gustaba mucho un chico con el que yo estaba liada (que no saliendo), y se habían estado viendo, y por lo visto el chico también quería estar con ella, pero como estaba conmigo, tampoco quería hacerme a mi daño, a lo cual la dije que no me hacía daño ninguno, ya que para mí el otro chico era solamente un amigo, con el que me liaba cuando nos veíamos, pero que yo no quería nada más con él; por lo tanto, esa misma tarde nos fuimos T. y yo a hablar con dicho chico, y se lo dije claramente, que por mí no había ningún problema, que si querían estar juntos, no me importaba (duraron 1 mes escaso). También me decía que me tenía un poco de envidia, porque yo tenía una forma de andar muy sensual, porque cuando andaba balanceaba las caderas, y movía el trasero de una forma muy sexy, y que a ella le gustaría andar igual que a mi (juro que nunca lo he hecho a propósito, y ni tan siquiera me he fijado, si es así, entonces es porque es mi forma de andar, no porque yo lo provoque). Y ya por último (aunque hubo más cosas, pero no las voy a poner todas), un día que yo me corté el pelo y a ella le gustó, a los dos días ella apareció con el pelo cortado exactamente igual. 

Como veis, parece que la chica quería todo lo que yo tenía, conseguía, hacía, y demás; por lo menos a esa conclusión llegué yo, por consiguiente, ni qué decir tiene, que desde que pasó lo del vallecano, no volví a hablar con ella, y dejé de ser su amiga. Como dice el refrán... (hoy estoy yo muy refranera), con amigos así, ¿quién quiere enemigos?.

A lo que íbamos, que me he desviado. 

El vallecano prometió no volver a ver a T., ni hablar con ella; que lo que fuese con tal de volver a estar conmigo como estábamos antes. Nos besamos, y fuimos a la salita donde estaba mi prima Y., a lo que nos preguntó... "¿Ya lo habéis arreglado?". "Sí". "Vale, pues ahora, vámonos con los demás, que ya he quedado yo con ellos".

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